El Día de Muertos es una de las celebraciones más significativas en México, una fecha en la que honramos la memoria de nuestros seres queridos que ya no están con nosotros. Una de las tradiciones más queridas que acompaña esta festividad es el pan de muerto, un dulce que simboliza la conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
El pan de muerto tiene sus raíces en rituales prehispánicos, donde se utilizaban panes hechos de amaranto para honrar a los difuntos. Con la llegada de los españoles, esta tradición se transformó, adoptando la forma y los ingredientes que conocemos hoy. Decorado con formas que representan huesos y lágrimas, el pan de muerto es mucho más que un simple alimento; es un tributo que habla de nuestras tradiciones, espiritualidad y sentido de comunidad.
En la actualidad, este icónico pan ha evolucionado gracias a la creatividad de los chefs y panaderos mexicanos, quienes han incorporado nuevos sabores y técnicas. Hoy en día, es común encontrar versiones rellenas de chocolate, cubiertas de azúcar con sabor a churro o con un toque de flor de cempasúchil. La innovación es infinita, pero el espíritu detrás del pan de muerto sigue siendo el mismo: honrar a quienes ya no están.
Durante el Festival Sabores de México en París, los asistentes tendrán la oportunidad de probar una versión única de este pan, creada por el equipo del restaurante Mezcalli, famoso por su enfoque auténtico de la comida mexicana en Eslovaquia. Será una deliciosa forma de experimentar una de las tradiciones más queridas de México, acompañada de otras delicias que celebran la riqueza gastronómica del país.